El tiempo se detiene. Ni un soplo de aire. El ruido del tráfico. Los primeros acordes de "O Sole mio". Nápoles te encierra en un bucle. Retrocedes decenas de años sin darte cuenta de cómo y en qué momento llegaste allí. Pero estás, y sorprendentemente, todo te parece extrañamente familiar.
Las calles estrechas y empedradas. Edificios centenarios violados por el grafitti. La ropa colgada en las ventanas. A cada paso sientes que alguien te observa.
De Nápoles te llevan tanta historia...olores y sabores de la Italia más profunda. El calor pegajoso de un verano que no perdona y la sensación de haber viajado en el tiempo. A unos 60 kilómetros despiertas de golpe. Casas supendidas en un precipicio y de nuevo el mar de Amalfi, sereno y misterioso. Sus calles en equilibrio ..
... y la luna, redonda, soñadora, que cubre de plata lentamente cielo, mar y tierra.
2 comentarios:
Ah, Napoli, con su pandemonium de calles qu encierran tesoros que desafían el tiemp; su estudiada decadencia, su masa de pizzas... Sin duda, en mi agenda de próximas visitas
Sí sí...apuntalo en la lista...¡¡merece la pena!!!
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