En tierra, los colores vivos gobiernan cada uno de los rincones. En lo alto, los hombres. Trás una bajada de vértigo, el mar. Sorrento vive las 24 horas del día, nunca duerme. Y aún así, se respira un ambiente sereno.
No importa la hora. Siempre el mismo olor: limón, lavanda y salitre. Desde cualquier parte de Sorrento se descubren paisajes hermosos y al fondo, un eterno horizonte que divide en dos el azul del cielo y el mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario