¿Hace cuánto no te paras ante la vida?, ¿ni chapoteas en sus horas buscando un instante?, ¿ni miras tras el cristal la lenta agonía de la lluvia?, ¿ni buscas sus gotas?.
A mí hace tiempo me encantaba llorar bajo la lluvia. Con la cabeza erguida, como buscando el lugar de donde nace la vida.
¿Hace cuánto no buscas tras la flor?. ¿Ni su aroma? , ¿ni su color?. ¿Ni buscas su raíz?.
¿Hace cuánto huyes de la vida?, ¿pasas de puntillas sin hacer ruido?, ¿escondes la mirada ante unos ojos?, ¿proteges tu corazón frente a otro latido?, ¿rehuyes una mano, una caricia?, ¿buscas protección constante?.
Dónde quedará esa infancia en donde todo olía a nuevo. El primer amanecer, la primera imagen de mar, la inmensidad del silencio, la primera caricia, el primer olor. Un minuto preso en una mano era una eternidad.
Con los años todo empequeñece. Hasta el camino que falta. El futuro aún no existe. No es más que una página en blanco, una cadencia sin orden, un libre albedrío de silencios. Sólo el pasado responde a una voz, a una pregunta, a una lágrima.
martes, 1 de mayo de 2007
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2 comentarios:
Has conseguido plasmar el espíritu de la melancolía. Y es que todo nos abandona con la misma insolente rapidez con la que vino.
Aprovechemos la perla que regala el tiempo presente aunque se deslice frente a nosotros ojos como el paisaje a través de la ventanilla de un tren. El futuro siempre es humo…
Saludos.
Si cambiamos "nosotros" por "nuestros" queda como mejor, ¿no?. ¿Y darme cuenta a los no se cuantos días? Vaya, vaya... soy un desastre.
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