lunes, 2 de abril de 2007

UN REFLEJO EN LA ORILLA


No hace falta ser un lunático para enamorarse de la luna. Basta echarle un ojo para caer en sus redes. Sea donde sea. En el mar, en la montaña o en una ciudad de cemento. Al final, la acabas persiguiendo. Y si no, sale a buscarte. Asomaros, asomaros a la ventana y la vereis, gorda, oronda, misteriosa... La luna de los vientos. La primera luna llena de la primavera, que llega a nuestra retina como las primeras flores, sacudiendonos por dentro.




Qué tendrá la luna que nos hechiza...y nos vuelve frágiles. Y nos fulmina...Un buen amigo mio me recuerda siempre en mis lunas de sonrisa de gato. Yo le recuerdo en cada luna llena, a él y sus sabios consejos. "Si un amor te hace daño...arráncalo". Luego,claro, no es tan fácil. Me quedo con una de sus frases..."te sueño mucho"...Hoy, a soñar, con quien os de la gana, pero a soñar,que es muy sano, con alguien a quien recordeis cada vez que os devuelve un guiño la luna llena.




1 comentario:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Durante un tiempo no podía ni mirar a la luna porque me recordaba una historia imposible... Ahora ya la veo tan hermosa como siempre.
Muy buenas fotos, por cierto...