Pues sí, resulta que ahora soy "señora". No se cómo ha ocurrido, ni en qué momento me transformé. Me gustaría saber cuándo y a qué hora llegó la metamorfosis, más que nada, para apuntarlo en el calendario-diario que cuelga del armario.
"6 de Febrero,médico a las 17 horas. 5 de Marzo, cumpleaños de Javier. 8 de Mayo: ya soy señora".
Lo único que se es que el miércoles me llamaban "chica" y cinco dias después ya era "señora". Así que ya no oigo eso de "chica, ¿tienes hora?". No, que va. Ahora es "Deja a la señora pasar, anda" (Me temo que para dar credibilidad al asunto tendré que dejar de pedir mostos y pasar de lleno al vermut a mediodía).
Yo le echo la culpa al carrito con bebé a bordo, porque por más y más que me miro al espejo, no descubro ninguna cana nueva, ni patas de gallo. Sí, alguna ojera que otra, y es cierto que las dos canas que mantengo y mimo desde hace años, siguen ahí. Pero también estaban cuando mi barriga luchaba contra la gravedad y entonces sí me miraban como a una adolescente.
Esto de ser madre sí que cambia. Los segundos son "macrosegundos" y los minutos pasan por tus ojos a la velocidad de la luz. El tiempo se te escapa sin remedio alguno y te sorprendes visitando casi a diario secciones del supermercado que jamás te hubieses imaginado pisar. Así, con el carrito lleno de pañales y toallitas para el culo, ¿cómo va a llamarme "chica" la cajera?.
Tendré que hacerme a la idea de que para el resto del mundo ya soy un adulto, aunque para mi, y por más empeño que le ponga seguiré siendo toda la vida un eterno adolescente.