A mí hace tiempo me encantaba llorar bajo la lluvia. Con la cabeza erguida, como buscando el lugar de donde nace la vida.

¿Hace cuánto no buscas tras la flor?. ¿Ni su aroma? , ¿ni su color?. ¿Ni buscas su raíz?.
¿Hace cuánto huyes de la vida?, ¿pasas de puntillas sin hacer ruido?, ¿escondes la mirada ante unos ojos?, ¿proteges tu corazón frente a otro latido?, ¿rehuyes una mano, una caricia?, ¿buscas protección constante?.

Dónde quedará esa infancia en donde todo olía a nuevo. El primer amanecer, la primera imagen de mar, la inmensidad del silencio, la primera caricia, el primer olor. Un minuto preso en una mano era una eternidad.
Con los años todo empequeñece. Hasta el camino que falta. El futuro aún no existe. No es más que una página en blanco, una cadencia sin orden, un libre albedrío de silencios. Sólo el pasado responde a una voz, a una pregunta, a una lágrima.